Familia, Pareja

Lecciones que aprendí del matrimonio

Yo experta en relaciones de pareja no soy, ni psicóloga, ni nada que se le parezca. Sí tengo varios años en una relación estable, pero no porque él sea un príncipe azul y yo la princesa encantada, para nada, si hay épocas en las que nos parecemos más a Jack Veneno y Relámpago Hernández, no por violentos, que eso no cabe dentro de una relación sana, sino porque no todo son rosas y chispitas de colores y porque mantenernos juntos, como en cualquier relación de mucho tiempo, ha sido a base de lucha, esfuerzo, sacrificios y errores de los que aprender. Aclarado el punto de que no soy Aná Simó, te dejo los aprendizajes que me ha dejado compartir el mismo techo con mi consorte desde hace 11 años:

• Las relaciones de pareja no son perfectas: no importa si entre esos amigos solo veas sonrisas y destellos y si su Facebook e Instagram son tan dulces que empalagan. Sí, hay relaciones en las que sus miembros se llevan mejor que en otras, definitivamente, pero perfectas no son y las diferencias y discusiones son necesarias para el fortalecimiento de la relación. No es cierto el cuento de que una relación sana y estable está exenta de conflictos.

• No publicar todo: subir las fotos de tu cónyuge en redes no es nada malo, por algo son plataformas sociales, pero hay cosas que es mejor quedárselas, los momentos íntimos como una cena, una salida y los detalles de un encuentro romántico no son incumbencia de nadie, además, un celular de por medio puede entorpecer la velada. No hay que demostrarle nada a nadie, aparte de que deben existir momentos solo de los dos, no de los dos y sus dos mil amigos.

• Los trapitos sucios se lavan en casa: todos necesitamos hablar, aunque los hombres se hagan los fuertes con eso y, a veces, cuando surge el deseo de ser escuchado cae muy bien echar esa conversación con esa amiga o ese amigo que te comprende, pero así como hay cosas buenas que es mejor guardar, hay discusiones y conflictos que son solo de la pareja (ojo, aquí no entran el maltrato ni la violencia).

¿Y qué decir de las indirectas en redes sociales? Nunca, never, jamais darle a los demás de qué hablar, hacerlo solo servirá para su entretenimiento.

• Respirar y contar hasta 10 será obligatorio de vez en cuando: se aman, pero habrán días en los que querrás arrancarte todos los cabellos de la cabeza o desearás que existiera un control que pusiera en mute a las personas ¡Dos para mí, por favor!

• Hay que pedir lo que se quiere: el otro no es adivino, ni lee pensamientos, si quiero algo debo pedirlo y no asumir que sabe exactamente lo que quiero. Si necesito ayuda, la pido, si necesito que sepa cómo me siento, lo digo.

• Salir juntos: ese tiempo a solas y fuera del techo compartido, reconecta. Agendar una cita cada cierto tiempo, debería ser tarea obligatoria. Y aunque después de tener hijos esto puede ser algo complicado, hay que hacer el esfuerzo por buscar ese espacio para ambos. Un ambiente diferente, disminuye las tensiones.

• Actividades por separado: así como es necesario salir juntos, es igual de necesario tener hobbies y momentos de recreación por separado, solos o con amigos, para no sentirse atados el uno al otro y que esto no traiga como consecuencia el rechazo hacia la relación, tener libertad respetando siempre el compromiso. Ambos deben comprender que es necesario este tiempo a solas, sin amenazas de uno hacia el otro, sin berrinches y sin imposiciones.

• La felicidad es una responsabilidad propia: es necesario que te complementes con la persona con la que pretendes dormir el resto de tu vida, pero creer que serás feliz automáticamente por ello, o que lo qué necesitas es casarte para sentirte completo, es hacerte ilusiones, nadie puede darte la felicidad, por más que quiera, ponerla en manos de otro, es darle una carga muy pesada.

• Habrán crisis: momentos difíciles, de muchas peleas y conflictos en los que colgar la toalla será el principal deseo, momentos en los que hay que poner en una balanza las cosas buenas y aquellas no tan buenas y momentos en los que sentiré que no te quiero (eso si lo dijo Ana Simó) y es totalmente normal.

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